Sin duda alguna, Venezuela es el ejemplo más cercano de un país de Latino América que utiliza la geopolítica como arma de defensa y negociación natural. El Presidente venezolano Hugo Chávez Frías es el principal opositor de los EU y para eso hace uso de sus altos ingresos por concepto del petróleo y su poder energético.
Con base en esto Venezuela ha emprendido su carrera de desestabilización regional moviendo a lo largo de su gobierno las siguientes fichas estratégicas: Apoya a Evo Morales Presidente de Bolivia: este país ocupa un lugar geográficamente estratégico y es el principal proveedor energético de Brasil, Se retira de la comunidad Andina y desestabiliza económicamente a Colombia ya que es su segundo mercado más importante, se retira del pacto de los tres dándole un golpe bajo a Colombia y México en el área del Caribe. Su alianza con cuba y la adaptación de sus planes de control social son una clara afrenta al poder Yankee y chantajea constantemente con frenar el suministro de petróleo a los EU.
Además de Venezuela, Brasil y Argentina son otro ejemplo de países del cono sur que usan como arma de negociación (y de protección de los intereses nacionales) los recursos naturales con que cuentan y que además son materias primas requeridas por países del primer mundo. Actualmente son los únicos Estados latinos que se rehúsan a firmar acuerdos comerciales que presentan a simple vista un amplio margen de desigualdad. En el caso de Brasil, la décima potencia económica del mundo, sus armas naturales son la agricultura, la gran producción de recursos madereros y minerales (fuentes principales para la producción de caucho natural) y sus principales compradores son: EU, Alemania, Japón, Italia, Francia, Países Bajos y Gran Bretaña; estos países además importan de Brasil: maquinaria, zapatos y tejidos, entre otros.
Argentina, por su parte es líder mundial en exportación de carne cruda, además de lana y pieles. Su territorio cuenta con cosechas suficientes de productos agrícolas para satisfacer la demanda interna y la de los países compradores; su principal socio económico es Alemania. Vale la pena recordar aquí los grandes esfuerzos de independencia que Argentina y Brasil hicieron en la década de los 60 Y 70 por mantener su dependencia y proteger la industria y el desarrollo nacional; aunque en los 80 los resultados de esta labor independentista revelaron grandes falencias, también es cierto que para ese entonces sus gobiernos eran feroces dictaduras.
Basados en el ejemplo de estos países, los demás podríamos revisar nuestro potencial geográfico para defendernos y negociar con el resto del globo. Sin embargo la emancipación de nuestros pueblos requiere más que políticas de defensa en contra de las artimañas de las potencias del primer mundo, además el uso de nuestros recursos naturales debe acompañarse de una serie de reformas internas de carácter político, económico y social encaminadas a satisfacer las necesidades básicas de la población que hasta el día de hoy se encuentra desprotegida; la ampliación de la inversión social en educación, infraestructura y transporte, así como fortalecer el sector rural a través de reformas agrarias que aumenten el empleo y la productividad del campo, son sólo algunas de las mejoras que requieren los estados latinoamericanos para conseguir el desarrollo local que se hace necesario para contrarrestar la llegada de fenómenos globales.
Nuestro contexto requiere un análisis a conciencia, conocimiento de las falencias y las patologías sociales (producto de la insatisfacción de las necesidades básicas), como son: la delincuencia común, los grupos guerrilleros, el desplazamiento forzado, los altos índices de mendicidad…la violación recurrente de los derechos humanos.
A mi modo de ver no será el poder de los pequeños Burgueses nacionales la panacea que nos encamine hacia la libertad, sino más bien el poder de los pueblos, la conciencia civil, el despertar de la gente, el despojarse de aquella cultura del silencio que Paulo Freire describe como “el conjunto de pautas de acción y esquemas de pensamiento que conforman la mentalidad y el comportamiento de los latinoamericanos desde la conquista”*. Se trata entonces de cambiar la manera en que pensamos, para así poder cambiar la manera en que vivimos, dejar de ser esclavos para empezar por fin a vivir en libertad, ser capaces de luchar por causas comunes, sin recurrir a la violencia; repensar el papel de la comunicación en la sociedad, comunicadores y periodistas comprometidos con el desarrollo social, dispuestos a trabajar de la mano de la comunidad, profesionales capaces de darle voz a la diversidad y de proporcionar espacios de diálogo para la resolución de conflictos. Para finalizar recordemos que “la vida consiste no en tener buenas cartas, sino en jugar bien las que uno tiene”.
Con base en esto Venezuela ha emprendido su carrera de desestabilización regional moviendo a lo largo de su gobierno las siguientes fichas estratégicas: Apoya a Evo Morales Presidente de Bolivia: este país ocupa un lugar geográficamente estratégico y es el principal proveedor energético de Brasil, Se retira de la comunidad Andina y desestabiliza económicamente a Colombia ya que es su segundo mercado más importante, se retira del pacto de los tres dándole un golpe bajo a Colombia y México en el área del Caribe. Su alianza con cuba y la adaptación de sus planes de control social son una clara afrenta al poder Yankee y chantajea constantemente con frenar el suministro de petróleo a los EU.
Además de Venezuela, Brasil y Argentina son otro ejemplo de países del cono sur que usan como arma de negociación (y de protección de los intereses nacionales) los recursos naturales con que cuentan y que además son materias primas requeridas por países del primer mundo. Actualmente son los únicos Estados latinos que se rehúsan a firmar acuerdos comerciales que presentan a simple vista un amplio margen de desigualdad. En el caso de Brasil, la décima potencia económica del mundo, sus armas naturales son la agricultura, la gran producción de recursos madereros y minerales (fuentes principales para la producción de caucho natural) y sus principales compradores son: EU, Alemania, Japón, Italia, Francia, Países Bajos y Gran Bretaña; estos países además importan de Brasil: maquinaria, zapatos y tejidos, entre otros.
Argentina, por su parte es líder mundial en exportación de carne cruda, además de lana y pieles. Su territorio cuenta con cosechas suficientes de productos agrícolas para satisfacer la demanda interna y la de los países compradores; su principal socio económico es Alemania. Vale la pena recordar aquí los grandes esfuerzos de independencia que Argentina y Brasil hicieron en la década de los 60 Y 70 por mantener su dependencia y proteger la industria y el desarrollo nacional; aunque en los 80 los resultados de esta labor independentista revelaron grandes falencias, también es cierto que para ese entonces sus gobiernos eran feroces dictaduras.
Basados en el ejemplo de estos países, los demás podríamos revisar nuestro potencial geográfico para defendernos y negociar con el resto del globo. Sin embargo la emancipación de nuestros pueblos requiere más que políticas de defensa en contra de las artimañas de las potencias del primer mundo, además el uso de nuestros recursos naturales debe acompañarse de una serie de reformas internas de carácter político, económico y social encaminadas a satisfacer las necesidades básicas de la población que hasta el día de hoy se encuentra desprotegida; la ampliación de la inversión social en educación, infraestructura y transporte, así como fortalecer el sector rural a través de reformas agrarias que aumenten el empleo y la productividad del campo, son sólo algunas de las mejoras que requieren los estados latinoamericanos para conseguir el desarrollo local que se hace necesario para contrarrestar la llegada de fenómenos globales.
Nuestro contexto requiere un análisis a conciencia, conocimiento de las falencias y las patologías sociales (producto de la insatisfacción de las necesidades básicas), como son: la delincuencia común, los grupos guerrilleros, el desplazamiento forzado, los altos índices de mendicidad…la violación recurrente de los derechos humanos.
A mi modo de ver no será el poder de los pequeños Burgueses nacionales la panacea que nos encamine hacia la libertad, sino más bien el poder de los pueblos, la conciencia civil, el despertar de la gente, el despojarse de aquella cultura del silencio que Paulo Freire describe como “el conjunto de pautas de acción y esquemas de pensamiento que conforman la mentalidad y el comportamiento de los latinoamericanos desde la conquista”*. Se trata entonces de cambiar la manera en que pensamos, para así poder cambiar la manera en que vivimos, dejar de ser esclavos para empezar por fin a vivir en libertad, ser capaces de luchar por causas comunes, sin recurrir a la violencia; repensar el papel de la comunicación en la sociedad, comunicadores y periodistas comprometidos con el desarrollo social, dispuestos a trabajar de la mano de la comunidad, profesionales capaces de darle voz a la diversidad y de proporcionar espacios de diálogo para la resolución de conflictos. Para finalizar recordemos que “la vida consiste no en tener buenas cartas, sino en jugar bien las que uno tiene”.
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